Las cálidas ondas bajo mi cuello y las luces aromáticas reflejadas en la espuma ante mi nariz conciben suspiros en medio de sonrisas. Mi cuerpo esta quedo ante tal tranquilidad y mis dedos, arrugados por las nubes multicolores. Esta es la corona de un día infinito. Ella estaba frente a mis narices. Mis ojos querían salir corriendo de mi rostro, mi corazón acelero hasta chocar contra una pared. Mis manos y pies temblaban desaforadamente. Por un momento perdí el habla, aunque de nada servía clamar por ayuda, ya que me encontraba sola. Colgada de ese finísimo hilo de diamante, fue bajando más, la eludía pero aún asi parecía querer alcansarme. En sus bolas de cristal vi mi reflejo. Sus presas de acero y sus fauses anhelaban con ancias mi carne y sentir el su garganta el gorgotear de mi sangre aun cálida. Su cuerpo era enorme más que su cabeza. Su aguijón me amenazaba. La oí, más no escuché su voz. Por sus mandíbulas se podía ver correr una catarata de voracidad. temía que la Parca terminará de hilar. De pronto, mis dedos temblorosos empezaron a golpear la cuerda y esa arañita se fue alejando. Creo que se sintió amenazada mas no me importó. Me doy cuenta de que puede volver, pues aún está ante mí.
Escrito por: Marilú Chavarría A.