jueves, 27 de marzo de 2008

Chica plastica.

Un poco aquí otro acá y casi estoy lista. Pero Me detengo y observo detalladamente y me doy cuenta que... hace falta...un toque aquí, allá y definitivamente aquí también. Alguna revista es culpable de ello, un espejo también lo es. Un poco allá, otro acullá. Con el transcurrir del tiempo me doy cuentas que aún falta muchos retoques, así que recurro a lo mismo. ¡Es tarde para reconocer que soy adicta a la cirugía plástica!

Sin marcha atrás.


Llegaste en una noche como las que a mí me gustan: lluviosa, neblinosa y fría. Al verte sentí miedo.

-Es tu hora -dijiste-. Llegó el momento por el cual has esperado años. Hoy estaba sentado cuando te vi desde abajo. Ahora estás en tu baño, y tienes contigo un lápiz, una hoja y una pistola. A tus padres les dejaste ya una carta.

“No pienses que no te conozco. Te he observado: Una tarde cruzaste la calle y no miraste a los lados con la intención de ser atropellado. Él trata de detenerte, sé que pone en ti esperanzas para vivir, pero más grandes son tu dolor y tus rencores. Crees que quitándote la vida tu sufrimiento terminaría, pero tu tormento aumentará. Me perteneces y ya no hay marcha atrás, porque a mí me dejaste tu alma.



Escrito po: Marilú Chavarría A.

Tortura.


Te diré esto una sola vez, te haré que grites de dolor, te haré suplicar piedad. Te comeré las entrañas len-ta-men-te. Te tortuaré de la manera más cruel que existe. ¿Qué tenga piedad de ti? ¿tú la tuviste por mi? ¡No! así que no me digas que yo la tenga por ti. Te arrancaré las uñas; tanto la de las manos como la de los pies, haré una obra de arte en tu rostro. ¡Jajajaj! ¡Cómo me divertiré! No llores, no me digas nada; ya que nada me detendrá. De tu boca salen las palabras más sucias que se han escuchado, ¿y son para mi? ¿acaso crees que eso me importa? Tus palabras son sólo eso: palabras. Mira como la sangre corre por el lugar. Te estas muriendo lentamente. ¡No te imaginas como disfruto el torturarte! ¡Lo disfruto más que nada en la vida! Nunca nadie antes te había hecho esto, ¿verdad? Será algo que podrás olvidar y yo tampoco. No me importa condenarme por la eternidad; ya que siempre he sabido que es mi destino. ¡Te dije que me suplicarías piedad, ¿te acuerdas? ¿crees que esta dando resultado? Pues te equivocas. Te queda poco aliento de vida... Es extraño que este disfrutando todo esto, ¿verdad? ¿Qué si soy sádico? Pues no lo sé. Sólo sé que me da placer. Tu cuerpo no pudo más, ¿y ahora que haré con él? ...

Escrito por: Marilú Chavarría A.

lunes, 24 de marzo de 2008

Niña de diez años...


Karina vivía en un residencial lujoso. Tenía todo lo que una niña de su edad desearía. Sus padres eran profesionales: su madre, una doctora; su padre, un arquitecto y un ingeniero. Eran los mejores del mundo, ella era su adoración. Siempre fue muy feliz.

Tenía una amiga. Juntas cometían muchas travesuras, algunas de las cuales sus padres poco entendían.

-Contigo me divierto mucho -dijo Karina. Su amiguita sonrió extrañamente.

En su colegio, Karina fue una la más popular. Todos querían sentarse, andar, comer, jugar con ella. Sin embargo, esto le incomodaba, porque ella no sentía “especial”, sólo era una niña normal.

-Amanda -dijo a su amiga-, contigo me siento segura. ¿Quieres que juegue con mis padres? ¿De qué manera? ¡Pero así no quiero jugar con ellos! Sí, quiero que sigas siendo mi amiga. Lo haré…

Una noche, sus padres la metieron en la cama y le dieron un beso en su frente. A la mañana siguiente, en el periódico local se publicó en primera plana: Niña de diez años degüella a sus padres mientras duermen.

Putrefaxión!

Tus manos cansadas de limpiar la inmundicia que alguien dejo tirada.

Narciso.


Resurgiste cual
ángel eres.
Venerada por los
que te rodearon.
Al firmamento tantaneas.

El viento te
mece en su cuna
Perturbando tu
sombra embellecida.
Aroma embriagante.